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MAGAIZ | Orígenes

MAGAIZ S.A., tal como se conoce en la actualidad, se formó gracias a la unión, el 22 de diciembre de 1980, de tres empresas aragonesas: MAGAIZ, representada por Mariano García Clavel; Ascensores Alvira, con Andrés Lapuente Cacho y Alfredo Garrido Sancho, y Electricidad Castillo, de la mano de Antonio Martínez Castillo.

La nueva sociedad conservó el nombre que puso el fundador de MAGAIZ, Mariano García Izquierdo, padre de Mariano García Clavel, ya en los años 20 del siglo pasado. Fue en aquella época cuando Mariano García Izquierdo se hizo con el inmueble de la calle Utrillas en Zaragoza, sede actual de MAGAIZ.

 

 

 

Pilar Ortiz, Esther Gracia, Carmen García, Avelina Galindo, Andrés Lapuente, Mariano García, Alfredo Garrido y Antonio Martínez, fundadores de Magaiz.

 

MAGAIZ, LA SUMA DE TRES EMPRESAS

La primigenia MAGAIZ, el taller mecánico que puso en marcha Mariano García Izquierdo está cerca de cumplir un siglo de historia. En un principio se dedicaba a hacer material para obras públicas, maquinaria y piezas para montacargas, anticipándose a lo que luego se convertiría en su actividad principal, la fabricación de ascensores.

 

 

 

Mariano García Izquierdo era uno de los pocos industriales que había en esa época, coetáneo de Guiral, el impulsor de Giesa, la potente empresa de ascensores que luego entraría a formar parte de la multinacional Schindler. Era el despertar de la industria en Zaragoza y Magaiz poco a poco, se fue especializando en la fabricación de montacargas primero y ascensores después.

En la nave de la calle Utrillas, MAGAIZ hacía casi todos los componentes que necesitaba un ascensor de la época y el resto los compraban a otras fábricas, pero el montaje se lo encargaban a otras empresas como Alvira y Castillo, que después se hacían cargo del mantenimiento. Así estuvieron trabajando prácticamente desde 1951 hasta 1980.

Unos años antes, en 1973, se había incorporado a la plantilla de Magaiz, Antonio García García, la tercera generación. Como su padre, Antonio se formó en ingeniería técnica. Desde el momento de su incorporación formal tomó la responsabilidad del diseño de proyectos.

En el año 80, el nieto del fundador, ya con cierta experiencia y una visión renovada, vio la necesidad de acometer un cambio: “O bien MAGAIZ empezaba a llevar también el mantenimiento de sus propios ascensores, empezando de cero, o se fusionaba con las dos empresas colaboradoras —Alvira y Castillo— que se encargaban de esa parte del negocio”. El mercado había cambiado y la nueva situación pedía que la empresa fabricante-instaladora se ocupara también del mantenimiento de sus máquinas.

ASCENSORES ALVIRA

 

Ascensores Alvira
Logo de Ascensores Alvira

 

Ascensores Alvira fue una de las tres “patas” que conformaron en los ochenta la actual MAGAIZ.  Alfredo Garrido Sancho y Andrés Lapuente Cacho, que habían tomado las riendas de la empresa tras la muerte del fundador, Miguel Alvira, materializaron —junto con Mariano García y Antonio Castillo— un acuerdo que en realidad llevaba muchos años fraguándose.

Ascensores Alvira fue una empresa fundada en los años veinte por Miguel Alvira. Se dedicaba a la electricidad y, en un momento dado, comenzó a hacerse cargo del mantenimiento de ascensores, haciéndose con una pequeña cartera.

“A este señor (Alvira) —cuenta Alfredo Garrido— a lo mejor la electricidad se le quedó un poco corta y se fijó en determinados automatismos que se hacían con lo que había entonces, que era súper arcaico, todo mecánica… se metió en un nicho de mercado en el que no había mucha gente y no le fue nada mal”. En cierto modo, Alvira fue un visionario que vio la manera de subirse al carro de los nuevos tiempos.

ASCENSORES CASTILLO

En MAGAIZ el volumen de trabajo empezó a aumentar y, como ya no daban de sí, se pusieron en contacto con Antonio Martínez, que regentaba Electricidad Castillo, pequeño negocio que compró de su tío y que, gracias a su larga experiencia en Giesa, convirtió en Ascensores Castillo. Cuando empezó a colaborar con MAGAIZ, ya se empezaba a vislumbrar lo que sería la futura sociedad.

MAGAIZ no tenían clientes finales de mantenimiento, ya que eran fabricantes de piezas de ascensores; por otra parte, Castillo y Alvira no disponían de marca propia, por lo que su colaboración supuso una simbiosis muy provechosa.

 

Electricidad Castillo

 

Situado en la calle Madre Vedruna: Electricidad Castillo era un negocio de electricidad, puro y duro, una tienda donde vendían bombillas y pilas, pero también hacían reparaciones y llevaban el mantenimiento de instalaciones eléctricas para varios clientes. Antonio Martínez, que tenía su carnet de instalador eléctrico, cuando se hizo cargo del negocio decidió enfocarlo hacia el mundo del ascensor.

Ana Martínez, actual Ceo de Magaiz, define a su padre como un visionario, un empresario intuitivo “con un olfato brutal para los negocios” que además sabía muy bien de qué equipo rodearse y cómo tratarlo. “Era mañoso y sabía mandar; muy riguroso, pero muy querido, porque cuando había que trabajar duro, él era el primero”.

Antonio empezó a instalar ascensores, a formar su parque y a llevar el mantenimiento del mismo. Poco a poco, fue también dando forma a su equipo, de hecho, cuando entró en MAGAIZ, llevó con él a sus trabajadores.

Jesús Serrano, por ejemplo, actual encargado de puertas en MAGAIZ, entró a Electricidad Castillo con catorce años. “Lo trataba como un padre —dice Ana— porque era un empresario de los de antes, paternalista, pasaba todo el tiempo en el trabajo así que su equipo era su familia”.

 

LA RELACIÓN CON MAGAIZ

Como en el caso de Ascensores Alvira, la confluencia de Electricidad Castillo con MAGAIZ no fue fruto del azar. Castillo era cliente de MAGAIZ, desde que Antonio tomó las riendas del negocio y decidió focalizarlo hacia el sector que él dominaba, el del transporte vertical. MAGAIZ fabricaba piezas y Antonio le compraba chasis, limitadores…  de hecho, era el principal proveedor de Castillo.

 

Segundo logo de Magaiz S.A creado por Natalio Bayo en 1985.

 

La unión de las tres empresas, en 1980, no fue fruto de la casualidad sino una evolución lógica que comenzó a intuirse desde principios de los sesenta. De hecho, Alfredo Garrido de Ascensores Alvira nunca llegó a desvincularse de MAGAIZ y gracias al nexo que este estableció entre ambas empresas, los García empezaron a confiarle a Alvira toda la parte eléctrica y el mantenimiento de los ascensores que montaban. Y siguieron trabajando así mucho tiempo.

 

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