Son una solución cada vez más demanda porque se adapta a las necesidades de todos los viandantes: personas con movilidad reducida, con carros de bebé o cargados con bolsas... Su coste es similar al de una puerta de forja o acero inoxidable, pudiendo llegar a ser menor en función de los acabados y accesorios de cada una de ellas.

En lugares con gran tráfico son la mejor solución puesto que son las más rápidas de apertura del mercado.

Existen dos tipologías de puertas automáticas correderas. Las de apertura central son las más comunes y son las que habitualmente se encuentran en comercios y edificios público. Las de apertura lateral se recomienda utilizar en casos en los que el espacio es más reducido y se quiere disponer de la máxima zona de paso posible.

Si se va la luz y no está en modo cerrado con llave, por normativa, la puerta se abre por medio de una batería y queda abierta hasta que vuelve la luz, momento en el que automáticamente vuelve a funcionar.

Los sistemas son muy diversos: una llave con contacto eléctrico, radares, mandos a distancia, tarjetas de cercanía, teclados con clave, teléfono móvil...

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